miércoles, 7 de enero de 2009

EL QUINTO PODER

EL QUINTO PODER COMO INTERVENTOR EN LA ECONOMIA

Parece que nos estamos olvidando o no queremos reconocer que el motor de la economía son los propios ciudadanos que con la retribución de su trabajo pueden ahorrar y consumir, de tal forma que tanto las empresas como los bancos van a crecer o no dependiendo de lo que estos decidan.
¿Que pasaría si esos ciudadanos que reciben un salario lo guardan debajo de la baldosa y reducen el consumo a lo mínimo indispensable?
¿Porqué los gobiernos ayudan a los Bancos y a las empresas que en tiempos de crisis realizan regulaciones de empleo y despiden a millares de trabajadores sin tener en cuenta que hace muy poco tiempo ganaban lo que querían y más?
¿Porqué la crisis la tienen que pagar los trabajadores y no la pagan e incluso se protege a los que la han provocado?
Las medidas de los Gobiernos y en especial la del nuestro son equivocadas y que no nos van a sacar de la crisis.
Estas deben ir encaminadas a proteger el empleo de tal forma que se garantice un salario digno a todos los desempleados hasta que encuentren trabajo, y las empresas y los bancos que no puedan soportar esta crisis tendrán que desaparecer y a sus trabajadores ayudarles hasta que encuentren un nuevo empleo.
Estamos ante el más estrepitoso fracaso del liberalismo (desde Adam Smith) y del neoliberalismo (triunfante con la globalización desde la caída del Muro de Berlín) que propugnaban un estado mínimo o subsidiario restringido a garantizar las condiciones para que pudiera funcionar el mercado libre.
Parece claro el triunfo de la teoría keynesiana que proponía la intervención del Estado en la economía, a través de la política fiscal y la política monetaria, para evitar la crisis de desempleo.
Debemos echar un vistazo a la historia y a lo sucedido tras el impacto de la industrialización, los gobiernos (el inglés en primer lugar) tuvieron que intervenir para paliar las pésimas condiciones de trabajo de la clase obrera; la factory reform inglesa de la década de 1830 y 1840 limitó el empleo de los niños y las horas de trabajo diario y reguló el empleo de las mujeres, al tiempo que nombró inspectores de fábricas; la ley de salud pública de 1848 estableció normas que permitían la intervención del estado en este campo. Con el surgimiento del estado de Bienestar, la intervención estatal se amplió considerablemente al campo de los seguros sociales y a la intervención en el mercado de trabajo. Pero fue a partir de la depresión de 1929 y de la Segunda Guerra Mundial cuando la intervención estatal se amplió de forma importante.
El intervencionismo en las épocas de guerra y de depresión económicas amplió las funciones del Estado y aumentó el gasto público. En el periodo de entre guerras surgieron los controles del comercio exterior y las intervenciones en los mercados de divisas. En ese mismo periodo se difundió la teoría keynesiana que proponía la intervención del Estado en la economía, a través de la política fiscal y la política monetaria, para evitar la crisis de desempleo. Por último, en el periodo posbélico se difundió la participación activa en favor del desarrollo económico. La provisión por el Estado de servicios y bienes públicos tiene una larga historia, sin embargo, es solamente después de la Segunda Guerra Mundial cuando se generaliza en Europa la convicción de que es el Estado el sujeto económico que debe impulsar el crecimiento económico. De este modo, durante los años sesenta y setenta se generó un protagonismo creciente del Estado en las actividades industriales de los principales países europeos, surgieron así las primeras manifestaciones de las "economías mixtas de mercado" que suponían que más del 16.5 % del PIB (Producto Interno Bruto) era generado por el Estado en la Europa de los setenta.
Después de echar un vistazo a la historia debemos reflexionar que nuestra economía ha estado asentada en los pilares de una banda de oportunistas egoístas capaces de vender a su propia madre que se lo han estada llevando en crudo en estos años de bonanza económica y que ante los primeros síntomas de crisis que ellos mismos han provocado salen huyendo a sus paraísos dejando tirados en la estacada a los trabajadores que han hecho posible su enriquecimiento y sin importarle lo mas mínimo las condiciones en que dejan la economía de su país.
Y al final el predominio de las empresas públicas tendrán que salvarnos de la crisis y Renfe deberá volver a ser Renfe y no dos empresas condenadas a la privatización como otras que después de privatizarlas se encuentran inmersas en procesos de expedientes de regulación de empleo.
La crisis evidencia que se han estado haciendo las cosas muy mal que se podían haber empleado las subvenciones y fondos de la CEE de otra forma como es el fomento del empleo y ayudas al desempleo en vez de dejarlo en manos de personajes que los han empleado en hacer todo lo contrario, valga como ejemplo las Cámaras de Comercio, así la de Madrid regaló cestas a sus plenarios por valor de 1000 € la de Salamanca se ha dedicado a despedir a los trabajadores más antiguos por constituirse en testigos molestos de lo que hacen la banda de impresentables que la dirigen. Es claro que estas entidades que no sirven para nada deben desaparecer cuanto antes.
No puede subvencionarse ni incentivarse empresas que despiden a los trabajadores, si tienen que quebrar que quiebren, quizás sea lo mejor para todos, pero ojo los trabajadores que sufran las consecuencias son los que deben protegerse con el dinero que se iba a destinar a salvar no a la empresa sino al empresario que no lo merece.
Hay otra forma de intervención muy importante en los tiempos modernos, es Internet como superación de los medios de comunicación tradicionales, y las posibilidades de organización social en red, serían el quinto poder -en especial la Blogosfera-, que en este caso escaparía a su ejercicio por parte del Estado y de los medios de comunicación masivos privados tradicionales y sería ejercido por la sociedad por sí misma:
Periodistas, universitarios, militantes de asociaciones, lectores de diarios, oyentes de radios, telespectadores, usuarios de Internet, todos se unen para forjar un arma colectiva de debate y de acción democrática. Los globalizadores habían declarado que el siglo XXI sería el de las empresas globales; la asociación Media Watch Global afirma que será el siglo en el que la comunicación y la información pertenecerán finalmente a todos los ciudadanos.
Manuel S. P.